jueves, 18 de agosto de 2011

¿Puedes verme?

Caminaba por aquellas calles, tan llenas de gente... Pero, paradógicamente, eran gente vacía por dentro. No eran más que calles llenas de gente vacía.

Y mientras ella se percataba, con tristeza, de esta paradoja tan extraña, pensó "¿cómo se puede llegar a estar tan vacío por dentro? ¿Se darán cuenta de que lo está, de que son como las máquinas que utilizan a diario?". No, por supuesto que no se daban cuenta.

Estaban tan ensimismados pensando en el día de mañana que no se acordaron de pensar en el día de hoy, y poco a poco fueron perdiendo la luz, fueron muriendo interiormente, como una flor que marchita por falta de agua.

Y, mientras, ella seguía buscando entre aquellas personas una mirada que no estuviera vacía, que brillase con luz propia, que te hablase sin palabras. Ella jamás perdía la esperanza de hallarle, gente como él no era fácil de encontrar, puesto que de tanto andar entre personas vacías, adoptaban su misma actitud.

Pero un día, cuando sus brillantes ojos seguían con la mirada una pequeña mariposa blanca y azul que volaba plácidamente delante de ella, puso observar como la pequeña mariposa giraba bruscamente a la izquierda, como si una alarma hubiera sonado en su cerebro y la haya hecho cambiar de rumbo de un momento a otro.

La mariposa comenzó a revolotear entre la gente y detuvo su alocada carrera cerca de un muchacho que miraba distraído al suelo. Ella empezó a revolotear a su alrededor hasta que él detectó su presencia con sus ojos color miel. La muchacha se había detenido en medio de la muchedumbre, ignorando las protestas de algunos viandantes, que debían esquivarla para proseguir sus caminos hacia cualquier lugar. No era capaz ni siquiera de parpadear, era ÉL. Era ese brillo en sus ojos. Esa luz que emanaba y que sólo ella (y, al parecer, esa pequeña mariposa) era capaz de ver.

Sus miradas se encontraron y fue como si todo a su alrededor desapareciera por un instante, que pareció una eternidad. Ambos se sintieron como un niño cuando encuentra la pieza que le faltaba a su puzzle.

Y este es el comienzo de una larga historia, es el final del prólogo, es la unión de dos miradas que lo dicen todo. El amor, en estado puro.