La libertad era una fantasía que ella roía obsesivamente durante sus pocos momentos de recreo, como un hueso viejo al que solo le queda un hilillo de carne y, como todas las ilusiones, la dejaba todavía más hambrienta que antes, solo que era consciente con más intensidad de cómo su alma moría de hambre dentro de ella, con las alas atrofiadas por la desesperación de no ser utilizadas.
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