miércoles, 10 de noviembre de 2010

Final [in-]feliz.

Cuando las cosas van bien por un lado, empeoran por otro. Vaya carga de negatividad.
- Bah, las cosas mejorarán - dice él, cansado de repetir lo mismo una y otra vez-. Mírame a mí, que por tener no tengo ni familia ni amigos, pero aún así soy feliz.
- Me tienes a mí - respondí con una sonrisa-. Soy tu amiga.
- Sí, y eso es algo que agradezco mucho, pero tú tienes tus preocupaciones y tu vida.
- Bueno, pero también están esos chicos con los que te veo siempre.
- No son mis amigos, compartimos una ideología y luchamos por ella hasta la muerte. Somos "compañeros", por ponerle un nombre, y no hermanos, como ellos se empeñan en afirmar. Cada vez que uno cae, alimenta nuestro odio y nos incita a seguir con la lucha, a tener más motivos para destrozar a esos cabrones - dice mientras me guiña un ojo.
- Ya. Comparto vuestra lucha, pero no vuestro odio.
- Lo sé y por eso te quiero alejar de todo esto, no estás hecha para estas guerras.
- Tú tampoco - respondí automáticamente, ¿realmente él estaba hecho para eso o no?
- Yo no tuve elección, tú puedes elegir. Y no voy a permitir que te equivoques, no te mereces sufrir.
- Repito, tú tampoco.
- Mi vida me importa más bien... poco. De todos modos, alguien tendría que hacer el trabajo sucio, ¿no?
- Pero... ¿por qué tú?
- Por circunstancias que todos desconocemos acabé aquí, y aquí me quedo hasta el final.
- Y no vas a dejar que yo me quede contigo...
- Jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario