- Lo siento mucho - me dices mientras apagas la luz
Entre lágrimas te suplico que no lo hagas, que no te vayas, que no desaparezcas de mi vida, pero tú ya estás caminando en dirección contraria y si te sigo me perderé aún más entre las tinieblas.
Aún sin creérmelo me derrumbo en el suelo. Te has ido, y esta vez para siempre. Ni siquiera me ofreces tu mano para levantarme del suelo, tampoco te molestas en indicarme el camino de vuelta y no me has dicho ni adiós. Simplemente te has dado la vuelta, y con una burda disculpa a modo de despedida, te has marchado.
Te echaré de menos, sin duda. Y ahora debo acostumbrarme a la oscuridad o buscar una luz perdida en el vacío y correr tras ella, esperando que me indique el camino de vuelta o quedarme con ella y que no me abandone como has hecho tú.
La rabia me inunda y grito mil y una veces que te odio. En todas y cada una de ellas miento
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