sábado, 2 de enero de 2010

Memorias de Idhún (III)

-Cuando uno está dispuesto a morir por algo, es que la vida no le importa gran cosa, así que, ¿para qué llorarle? En mi caso, si algún día caigo, preferiría que nadie derramara una lágrima por mí. Preferiría que la gente riera y dijese: «Ahí se va Rando, y el muy canalla ha vivido la vida al máximo y al límite. Brindemos por Rando, que se carcajeó de su propia muerte y estuvo de buen humor hasta el final».

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