- Como mismo has dicho, ya dan igual. Tú me das igual y yo te doy igual. Fin de la historia - dijo con una cínica sonrisa.
Es ridículo como algunas personas podemos decir cosas que hace horas no sentíamos. Completamente ridículo. Al fin y al cabo, el resentimiento puede con el amor, el odio puede con el amor. Cualquier cosa puede con el amor. Al menos con el amor que no es de verdad, el plástico, con el amar sin amar.
Porque este amor solo era de palabras. Nunca fue real, palpable. Una vaga ilusión de un amor pasado, cenizas irreconocibles de algo que un día fue y que jamás volverá a ser.
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