Sin saber si algo va a empezar o a terminar, continúo mi rutina, dejo que las manecillas del reloj giren y giren, día tras día. Esperando o quizá actuando. Dejando que todo siga su curso como debe de hacerlo. A pesar de que pienso en si esto es lo correcto o no, me guío por impulsos que me guían hacia un camino concreto, el cual aún no puedo vislumbrar.
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