miércoles, 30 de junio de 2010

La fuerza del amor.

Él la tomó de la mano para que dejara de temblar.
- Vamos, es sólo una noria, ¿qué puede pasarnos? - Dijo con una encantadora sonrisa, la sonrisa que siempre despertaba en ella una gran ternura, que le daba fuerzas para levantarse cada mañana, para enfrentar cualquier problema. 
- Pero ¿es segura? ¡Sabes que me dan miedo las alturas! - tembló un poco.
- Te prometo que no te pasará nada, yo estaré a tu lado para protegerte.
- Está bien, subamos, aunque no podrás protegerme si la noria se cae- bromeó.
- Eso no pasará, ven -la llevó hasta la noria.
Y ambos subieron. Él la rodeó con su brazo, protector, mientras la noria comenzó a girar y a elevarse en el aire. Se detuvo y ellos se miraron, él la besó, ella estaba asustada, pero, gracias a él, el miedo fue pasando. Siempre que ella estaba mal, él estaba allí para ayudarla, y este momento no era la excepción. 
En cuanto se serenó, se atrevió a mirar hacia el exterior y admiró el crepúsculo, comenzaba a perder el miedo irracional a las alturas, y eso le gustaba. Disfrutó del paisaje tanto que se subió una, dos y tres veces más, cada vez más contenta de estar superando sus miedos, junto a él. 

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